jueves, 12 de febrero de 2009

A vueltas con la publicidad atea

Me he enzarzado con flashman en una discusión sobre su artículo sobre el bus con publicidad atea.

Incluyo texto de mi comentario:

El hecho de que nosotros (los creyentes) en nuestra búsqueda de una verdad trascendente nos arriesguemos a sacarnos un conejo de la chistera (reconociendo muchas
veces este riesgo), no os da derecho a vosotros (los anticlericales, o como gustéis llamaros) a encender el ventilador de mierda y a acusarnos por cosas que no decimos, que no hacemos y que a nosotros mismos nos repugnan.

Creo que para que estas discusiones lleguen a buen puerto lo primero es el respeto.

En otro punto. (Casi) Todo el mundo piensa que su creencia (o no creencia) es la mejor. Aparte del respeto oficial hacia los individuos y las otras creencias. Defender las propias posiciones supone una crítica indirecta(es inevitable, y de nuestra discusión se podría interpretar un "menosprecio tácito").
La cuestión está en las formas, en tener una base racional(aunque sea cuestionable) y no ensañarse innecesariamente.
A mi modo de ver la publicidad atea es una provocación (suave) que no aporta otro contenido. Me parece por lo menos cuestionable. He releido la nota de la Conferencia Episcopal sobre la publicidad lesiva y el tono me parece correcto. Aporta contenido, y no ofende innecesariamente a nadie.

Lo de la separación de Iglesia y Estado, si no me equivoco viene del rechazo revolucionario a la intervención directa del clero en el Antiguo Régimen. Lo malo del término (separación Iglesia-Estado) es que ahora hay quien pretende aplicarlo para ponerle una mordaza a la Iglesia cuando habla de temas sobre los que tiene el derecho y la obligación de manifestarse.
Cuestiono que haya más separación efectiva en EE.UU. que en Europa. Aquí (Europa continental) por ejemplo se defenestra a algunos políticos (como Rocco Buttiglione) por manifestarse abiertamente en temas que chocan con la "corrección política" dominante. Si acaso aquí la separación es imperfecta es por el acomplejamiento de los creyentes en ocupar el espacio que en igualdad nos corresponde.

Yo repito mi opinión de que los valores cristianos son positivos, y no niego que se hayan podido cometer excesos, pero entrar en comparaciones (con los socialismos, dictaduras, monarquías y autocracias varias) me parece desagradable y que no lleva a ningún lado.

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