miércoles, 15 de abril de 2009

No digas, no preguntes

¿Quién me mandaría hablar de Política o de Religión? No es que me asalten precisamente la turba exaltada. Pero bien cierta es la frase de "El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras". Una vez dicho algo, dicho está, y te marca aunque cambies de opinión.


Es sin embargo un dilema. Por un lado cuando alguien tiene ideas algo dispares que le hacen encontrarse nadando contra corriente, la vida te resulta más sencilla si mantienes un perfil bajo. Bien es sabido que los martillos golpean las cabezas de los clavos que sobresalen.

Por otro lado. Si buscamos el bien y la verdad por encima de nuestra conveniencia, resulta contradictorio callar cuando hay que disentir. No puedo contemplar sin perturbarme cómo lo que considero bueno y verdadero es pisoteado y vilipendiado. Y además expresarme y debatir me ayuda a madurar mi pensamiento y pulir mi expresión.

No obstante, más vale saber cuándo algo puede ser cambiado, y cuándo no puede ser cambiado. Rara es la controversia de la que un participante sale con el espíritu cambiado, y muy frecuentes son las descalificaciones (directas o encubiertas), los esfuerzos vanos en refutar tópicos recurrentes, y las argumentaciones sobre asuntos fuera del contexto inicial (refuté una falsedad sobre un tema que dominaba, y pronto hicieron un cutre-paste de siete cosas distintas).

Odio ese infame ametrallamiento de argumentos difamatorios que copian de cualquier lado. Aunque fueran todos falsos resulta impracticable rebatirlos todos. Una refutación exhaustiva aburriría hasta las ovejas, consumiría tus tiempos y tus energías (desproporcionados frente a lo que les cuesta encontrar otro repositorio de calumnias que copiar), y probablemente no convencería a nadie.

Lo primero es no tentar demasiado a la suerte. Una cosa es contestar a quien se ha dirigido de motu proprio a ti, y otra cosa bien distinta es meterse en la boca del lobo a afearles la conducta.

Para empezar yo debería pasar de hablar de las gilipolleces que se dicen o que acontecen, salvo que fueran algo muy cercano.
Por otro lado, si a uno le ametrallan de mendacidades, puedes refutar la que más cómoda te resulte o la que más rabia te dé. Refutar una es suficiente para cuestionar la veracidad de todas.
Y probablemente ni siquiera merece la pena refutar una. En una discusión hay que discernir qué asuntos son esenciales y cuáles son superfluos. 
Y luego está el asunto de la carga de la prueba. El que acusa, que pruebe. Que exponga las pruebas el que sea más fácil que las aporte.

Y al final puede que estos argumentos aburridos y destemplados no convenzan, incluso que sean contraproducentes. Nos decimos racionales, pero a más gente de la que cabe pensar no se la convence, si no que se la seduce. Y la aparente racionalidad sólo es un envoltorio de argumentos que justifican esta imprimación interna.
Atacar el envoltorio es inefectivo, un contendiente acosado fácilmente encontrará nuevos argumentos para suplir a los que hemos tocado. Para quien desea encontrar justificación es más fácil de lo que cabría pensar. Solemos aceptar incondicionalmente aquellos argumentos que sostienen lo que queremos que sea cierto. Un ataque superficial hará que se irrite y se fortifique.

Tal vez la cuestión es tratar de poner a la persona en conflicto con sus ideas (supuestamente) erroneas a través de conceptos que le sean atractivos: Si no compruebas lo que copias te arriesgas a tener fallos de bulto como aquel. Si quieres convencer a la gente tienes que actuar con respeto, etc.

Hace como una semana un viejo amigo mío me recomendó ver un par de documentales llamados "Zeisgeist (La Verdad Oculta)" y "Zeisgeist Addendum". No sé como tuve aguante para vérmelos completos. Mi juicio es que es un falso documental plagado de falsedades (Básicamente lo que sucede cuando enciendes el ventilador de mierda y empiezas a lanzar lo que te apetece, sin verificar con un mínimo de cuidado si es correcto o no). Debería haberlo apagado y borrado en cuanto me dí cuenta de qué iba. Se meten en la controversia religiosa sobre (supuestos) paralelismos entre el cristianismo y otras religiones, en exageraciones sobre la Inquisición y matanzas supuestamente religiosas, en señalar una conspiración detras de los atentados del 11/09/2001, en considerar algo execrable la existencia de bancos centrales, el interés sobre el dinero, que los bancos sólo necesiten disponible una parte del dinero que tienen depositado, etc,etc. Decir que todo el sistema está corrupto para incitarnos a la subversión y plantear su nuevo paradigma llamado Venus, con grandes promesas tecnológicas (basadas en el vacío), en el que la economía estará dirigida por los recursos disponibles, y todo el mundo tendrá cuanto necesite (me imagino que a coste de sacrificar personas y/o necesidades), en el que tendremos toda la energía que necesitemos gracias a los paneles solares, los molinillos y la energía geotérmica (me parece de chiste), y en las que no existirá delincuencia ni cárceles debido a que no habrá necesidades sin cubrir (¿Vuelta al mito del "buen salvaje"?).
Todo esto en plan ametralladora de argumentos. Mezclando tópicos aceptados, pero que no llevan a ningún lado, con falsedades diversas. Mezclando "buenrollismo"(mirad que buenos somos) con difamación a su manera (pues al final va a ser que no son mejores que los que critican).

A mi amigo le dije aquello de que nos es fácil de convencernos de lo que nos gusta, y que somos refractarios con lo que nos contradice, y que como cristiano y en general partirario del sistema, me había pasado el tiempo con el dedo en el gatillo. Pero que gracias, que estaba interesante. Tuve que cortarme de soltarle de forma más o menos solapada que qué mierda era aquella. Espero no tener que verme a menudo en este tipo de trances.

Vaya mierda. Otra vez las tantas de la noche. Asco de horas perdidas.

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